Sonetos
 

- Sin A

El sol en el cenit tiene esplendores;
tiene hermosos crepúsculos el cielo,
el ruiseñor sus trinos y su vuelo,
corriente el río, el céfiro rumores.

Tiene el iris sus múltiples colores:
todo intenso dolor tiene consuelo;
tienen mujeres mil pecho de hielo,
y el pomposo verjel olientes flores.

Tienen sus religiones los creyentes;
tiene mucho de feo ser beodo;
tiene poco de pulcro decir MIENTES.

Todo lo tiene el que lo tiene todo;
y tiene veinte mil inconvenientes
escribir sonetos de este modo.

- Sin E

Con ojillos oscuros, luminosos,
ambas tan blancas como dos palomas,
cruzando prados y salvando lomas
hoy las vi con dos pícaros gomosos.

Iban con ambas pollas orgullosos
cotándolas aquí jugosas pomas,
dándolas más allá lícitas bromas,
pasando así las horas muy gozosos.

Cuando callaron todos los ruidos
y la pálida luz agonizaba,
los pájaros volaban a sus nidos.

y sus hojas la flor mustia doblaba,
los cuatro cogiditos por las manos
tornaban a sus casas muy ufanos.

- Sin I

Blanca como la luz que el alba arroja,
pura como la flor que el aura mece,
por ella oculto, pero noble, crece
este amor que locura se me antoja.

Cuando en llanto su faz la pena moja,
¡ cuán hermosa a los ojos aparece!
Tanto el pudor en ella resplandece
que al ensalzar sus galas se sonroja.

Pero su corazón Amor no altera:
yo del suyo soñando con la palma
juré adorarla con el alma entera:

¡mas todo ve con desdeñosa calma!
¿ Qué alcanzará? Que grande hasta que muera
guarde entero su amor por ella el alma.

- Sin O

Gime desamparada Magdalena
víctima de pesares que la matan;
y sus pupilas el raudal desatan
de lágrimas que acusan tanta pena.

Ayer amaba de esperanzas llena;
mas ya ¿qué dichas a la vida le atan?
¿ A qué vivir así se desbaratan
venturas en que sueña un alma buena?

¡Quién jamás tal infamia imaginase!
El que al pié del altar fe la jurase
huye y la deja en amargura hundida,

a ella, siempre buena, siempre pura…
De esa infeliz que gime sin ventura,
¡ virtud, santa virtud, se tú la egida!

- Sin U

Soneto me pedís en donde omita
la postrera vocal del alfabeto;
y en dos por tres perjeñaré el soneto
si no se llega a enmarañar la pita.

Nadie para tal obra necesita
estar de ingenio y de saber repleto:
basta paciencia, y sale del aprieto
toda persona en el rimar perita.

¡Vanidoso! -exclamais- ante el sentido
del octavo renglón: mas yo no paso
por mote, a mi entender, inmerecido.

Vanidad, si la tengo, será acaso
en haberme de sobra conocido
para no pedir sitio en el Parnaso.