Claudio se queda en casa
Alicia Olivares García
Regresó a Monterrey, su casa, el 9 de noviembre próximo pasado, después de haber visitado durante cinco semanas la casa de sus raíces: Lima, Perú. De la capital peruana había vuelto a la Sultana del Norte en septiembre 4 del año 2014, luego de permanecer en su tierra de origen entre los años 2004 al 2014, tiempo en que se comunicaba telefónicamente por lo menos una o dos veces al mes.
Sus planes de vida no incluían el ir a radicar a su terruño, sin embargo al carecer de un trabajo estable y encontrarse presionado por la demanda de pago de uno de sus allegados, tuvo los ánimos suficientes para regresar a su país después de vivir en México más de 40 años, llevando la expectativa de conseguir algún trabajo allá mismo y ofrecer sus servicios como localizador de talentos a equipos mexicanos, (actividad realizada sobre todo con los de esta ciudad), dada la ubicación estratégica de la geografía del Perú.
En el correr del tiempo, el trabajo anhelado no llegó como tal, acudiendo a directivos y ex jugadores que se desempeñaban como técnicos en equipos nacionales, a pesar de su insistencia, ninguno le brindó la oportunidad de localizarle algún talento en los diversos países sudamericanos. En el 2014 su visita a México estaba programada para pasar las fiestas decembrinas conviviendo con sus hijos, nietas y amigos, sin embargo, un viaje laboral imprevisto de nuestro hijo Luis Alberto a fines del mes de agosto a la ciudad de Lima, nos obligó a adelantar su viaje por razones de salud ya que estaba perdiendo visibilidad en ambos ojos.
Los primeros meses en esta ciudad fueron dedicados fundamentalmente a atenderse de su vista y disfrutar a la familia residente aquí, luego se fue relacionando con sus antiguos amigos y compañeros, así como, yendo a algunos restaurantes donde era abordado por “fans” que lo reconocían; en esta parte de su vida fue fotografiado con seguidores tanto o más de cuando estuvo en activo. Durante los preparativos para la inauguración del Estadio de los Rayados se le buscó insistentemente a través de familiares allegados, con el propósito de hacerle una entrevista para un documental conmemorativo que dirigía Fernando Kalife, Claudio se negó también reiterativamente (reiteradamente) porque, conociéndolo como lo conocí, era altamente perceptivo de las manipulaciones o utilizaciones que se dan en estos ambientes; aún así, me comentó que le haría el gusto a su hijo. Hace algunos meses mostró fervientes deseos de visitar Lima, quería arreglar lo de su pensión que tenía al llegar en el 2014 la cual había sido suspendida pero vuelta a reanudar con calidad retroactiva hacía casi un año, y desde luego, a saludar familiares y amigos de antaño.
Tenía tres o cuatro días de haber regresado a Monterrey cuando lo abordó “un seguidor” en Sanborn Galerías para felicitarlo por la película, lo cual me comentó al llegar a casa, diciéndome que, le molestaba mucho el que le hubieran solicitado una entrevista para una conmemoración y la estuvieran comercializando; mi comentario fue en el sentido de que, un amigo cineasta me había solicitado le preguntará si quería hacer una demanda, y cosa extraña en él, dijo “Sí”.
La mayor virtud de Claudio fue su honestidad, aunado a que nunca guardó rencores para nadie, habiendo tenido experiencias con familiares y/o amigos, muy fuertes, como aquella “amiga” que lo buscó en el entrenamiento hasta que consiguió que le prestara por tres días su dinero que tenía ahorrado y nunca se lo pagó, o el amigo cuya demanda lo hizo irse del país, el familiar que retiró su pensión acumulada para resolver problemas personales, y las reacciones de molestia que sorteaba al negarse a recibir comisiones por acomodar jugadores en los equipos que dirigía o representaba, así mismo, la indiferencia con que le respondieron directivos, entrenadores y amigos o conocidos, cuando les ofreció sus servicios como buscador de talentos.
Claudio se fue tranquilo, se fue en paz, transitando del sueño terrenal al sueño eterno en su casa de San Jerónimo a las 7 de la mañana del 20 de noviembre del 2016, y recibiendo un trato respetuoso de su familia, amigos y compañeros. Se le incineró porque esa fue su elección desde muchos años atrás, y oficializamos su deceso hasta el día siguiente de su partida para guardar la congruencia con su manera de pensar y de vivir.
Así de sencillo, así de fácil.
Noviembre 26 de 2016 Monterrey, N. L.
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El genio de Claudio Lostaunau
César Vargas
Tomado de El Horizonte de Monterrey, México
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Quizá no haya palabra que mejor haya resumido la vida y obra futbolística de Claudio Lostaunau, que la de genio.
El ex ídolo del Monterrey falleció de causas naturales la mañana del domingo, en su casa del sector San Jerónimo, pero la noticia se mantuvo hermética durante bastantes horas, tal como lo fue su vida en los últimos años.
La figura de Lostaunau, peruano de nacimiento, estuvo durante los últimas cinco décadas en todas partes, y, frecuentemente, al mismo tiempo, en ninguna.
Periodistas y amigos le siguieron su rastro en los tiempos recientes para respirar algo de su sabiduría, pero pocos pudieron atraparle. Su figura se deslizaba entre la ciudad y al mismo tiempo desaparecía de manera inusitada.
Su huella quedó en todos los rincones donde se habla de futbol en la Ciudad, incluso entre aquellos que poco supieron de su existencia, o nacieron muchos años después de que dejara de jugar.
Llegó en 1960 y pronto se convirtió no sólo en la primera figura del Monterrey, sino que al paso de las décadas es considerado el jugador más talentoso que ha vestido la playera albiazul. Hasta nuestros días hay quien lo considera junto a Carlos Reinoso los dos extranjeros más técnicos que han llegado a México.
Su legado lo impregna todo en el futbol regio. En los años sesenta protagonizó el interés del Barcelona por comprar sus derechos, luego de que el Club español se paró en el Estadio Tecnológico para enfrentar al Monterrey. Integró ese equipo Rayados, el primero que ilusionó a la afición con un título de Primera División y que dio los primeros pasos hacia el boom del futbol soccer en la Ciudad, en la década de los 70.
Como técnico al mando de los Tigres, consiguió el título de Copa de la temporada 1975, el primero del futbol regio en la Primera División.
En la campaña 79-80, comandó a los Tigres en la Final que perdieron ante Cruz Azul, en una memorable actuación que se ganó la ovación de todo el Estadio Azteca, y en la que Lostaunau tuvo la genialidad de convertir al portero Pilar Reyes en portero, para que diera un pase a gol y estuviera muy cerca de anotar otro.
En 1997 tuvo su última aparición como director técnico. Lo hizo al frente de los Rayados de Jorge Lankenau, donde a falta de transformar el buen juego de su equipo en triunfos, sólo encontró un par de palabras para explicar la situación: “Estamos embrujados”, dijo.
A finales de la década de los 80 y principios de los 90, deleitó a los lectores de dos periódicos locales a través de una columna donde daba lecciones de sabiduría.
La tarde del lunes, mientras se oficiaba la Misa con la urna que contenía las cenizas, interrumpí mi concentración para hacerle una pregunta a uno de sus grandes discípulos, el ex lateral de Tigres, Alejandro Izquierdo, con cierto sentido de la urgencia.
--¿Cuál fue la mejor cualidad de Claudio como jugador?
“Era un genio”, me dijo, “cuando tenía la pelota él ya estaba viendo dos o tres jugadas más adelante lo que iba a suceder”.
Lostaunau dejó su huella en aquellos que dirigió, incluidos los más grandes. Tomás Boy no encontró una manera mejor de mostrarle su gratitud, que nombrar Claudio a uno de sus hijos.
Antes de ingresar a la Misa de despedida. Alfredo “Alacrán” Jiménez recordó que Claudio les hizo creer lo que nadie había logrado antes en el futbol regio: que podían ser campeones.
Al hacer uso de la palabra en la capilla, su esposa Alicia describió a Claudio como un hombre bondadoso, extremadamente culto y concluyó la descripción con el calificativo que le brindaron todos aquellos que le conocieron: “Era un genio”.
La compañera de vida del cerebral volante creativo dijo que la discreta ceremonia fúnebre estuvo acorde con lo que su esposo habría querido: le gustaba convivir con las multitudes sólo en los estadios, pues su vida privada prefería mantenerla muy lejos de los reflectores.
Y quizá el periodismo y la afición no se habrían dado cuenta de su partida, si no es porque Alejandro Izquierdo compartió la información, pues consideró justo que el público se enterara de la partido del enorme ídolo.
Como los grandes genios, Lostaunau también tuvo algo de locura, era explosivo, voluble, inalcanzable, ermitaño en el último trayecto de su vida, pero sorprendente en su manera de analizar el juego.
Pudo ser el gran ideólogo del futbol regiomonato, su líder moral, algo parecido a lo que Johan Cruyff lo fue para el Barcelona y el futbol holandés. Pero prefirió mantener su sabiduría en privado.
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